LA NATURALEZA DE LA RELIGIÓN

La Biblia nos dice que el hombre fue creado a la imagen de Dios y que aun, cuando cayó en pecado esta imagen del Alto Dios no fue borrada completamente ni o cesó el hombre de ser el portador de esta imagen.

A pesar de que la naturaleza pecaminosa del hombre reaccione contra ella, la simiente de la religión está implantada en cada hombre y los misioneros dan testimonio de que la religión, expresada en una forma u otra, se encuentra en todas las naciones y tribus de la tierra. Lo que muchos denuncian como una maldición o el «opio del pueblo» es una de las mayores bendiciones que la humanidad ha experimentado.
 La religión no tan sólo afecta lo más profundo de la vida humana sino que controla también sus pensamientos, sentimientos y deseos.
¿Qué cosa es pues la religión? Solamente a través del estudio de la Palabra de Dios podremos comprender la naturaleza de la verdadera religión.
La palabra «religión» proviene no de los originales bíblicos, el griego y el hebreo, sino del latín. En nuestra traducción de la Biblia la encontramos cuatro veces, Hechos 26:5, Santiago 1: 26-27.
El Antiguo Testamento define a la religión como «el temor de Jehová». Este temor no es un sentimiento de terror, sino un respeto reverente a Dios. Es un temor al que acompañan en amor y la confianza. Es esta la respuesta del creyente del Antiguo Testamento a la revelación de la Ley.
En el Nuevo Testamento es más bien la respuesta al Evangelio que a la ley, y se presenta bajo la forma de la fe y la piedad.
Las Escrituras nos enseñan que la religión es una relación del hombre para con Dios en la cual el ser humano se da cuenta de la majestad absoluta y el poder infinito de Dios, a la par que de su propia pequeñez e insignificancia y de su completa impotencia.
Podemos pues definir a la religión así: Una relación con Dios voluntaria y consciente, que se expresa en una adoración rebosante de gratitud y en un servicio lleno de amor. La forma de esta adoración religiosa y servicio a Dios, no es el producto de la voluntad arbitraria del hombre, sino que ha sido determinada por Dios mismo.

PARA APRENDER DE MEMORIA ACERCA DE LA NATURALEZA DE LA RELIGIÓN:

1. Deut. 10:12-13. «Ahora pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y can toda tu alma; Que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo para que hayas bien ?»
2. Sal. 111:10. «El principio de la sabiduría es el temor de Jehová. Buen entendimiento tienen cuando ponen aquellos por obra; su loor permanece para siempre.»
3. Ec. 12:13. «Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esta es el todo del hombre.»
4. Juan 6:29. «Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.»
5. Hechos 16:31. «Y ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú, y tu casa.»

LA FUENTE DE LA RELIGIÓN

Hay ciertos puntos de vista erróneos sobre la fuente de la religión en el hombre.
Algunos hablan de la religión como si fuera un conocimiento que reside en la inteligencia. Otros opinan que es un sentimiento de la proximidad de Dios y lo localizan en la zona psíquica del sentimiento, mientras que otros ponen su énfasis en la actividad moral del hombre y hablan de la voluntad.
Todas estas opiniones son parciales y contrarias a las Escrituras, quienes nos enseñan que la religión tiene que ver con el corazón. En la psicología bíblica encontramos que el corazón es el órgano central del alma. Es del corazón de donde mana la vida, los pensamientos, sentimientos y deseos, Proverbios 4:23. La religión comprende todas las facultades del hombre, intelectuales, emotivas y morales. Esta es la única opinión que se ajusta a la naturaleza de la religión.

PARA APRENDER DE MEMORIA SOBRE LA FUENTE DE LA RELIGIÓN:

1. Sal. 51:10, 17. «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio: Y renueva un espíritu recto dentro de mí. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no desapreciarás tú, oh Dios».
2. Prov. 4:23. «Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón porque de él mana la vida.»
3. Mateo 5:8. «Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios.»

EL ORIGEN DE LA RELIGIÓN.

Durante los últimos cincuenta años se ha estudiado cuidadosamente la cuestión del origen de la religión. Se trató de dar explicaciones naturales de la misma, pero sin éxito. Algunos hablaron de ella como la invención de sacerdotes astutos y engañosos que trataron de hacer de ella y en tiempos primitivos, una fuente de ingresos, pero hoy día esta explicación ha perdido todo su valor.
Otros afirmaron que la religión empezó con la adoración de objetos inanimados (fetiches), o con la adoración de los espíritus de los antepasados. Sin embargo esta explicación no llegaba a resolver el 'problema de cómo se llegó a esta adoración de objetos inanimados o vivientes. Hubo quienes opinaron que la religión se originó con la adoración de la naturaleza, es decir, de sus maravillas y poderes o con la práctica de la magia.
El defecto esencial de todas estas teorías es que no nos dicen cómo el hombre llegó a convertirse en un ser religioso y todas empiezan con el concepto de un hombre ya religioso.
La Biblia nos da el verdadero y único relato sobre el origen de la religión. Primero nos habla de la existencia de Dios, el único objeto digno de adoración. Luego afirma y asegura que Dios, a quien el hombre jamás pondría descubrir por sus capacidades naturales, se reveló primero en la naturaleza y de un modo especial en su divina Palabra.
Este Dios, afirma la Biblia, exige la adoración y servicio del hombre y asimismo define la clase de adoración y servicio que le agrada. Finalmente, la Biblia nos enseña que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, y que con ello lo capacitó para comprender y responder a su revelación y que al mismo tiempo engendró en él, un deseo natural de buscar la comunión con Dios, y glorificarle.

PARA APRENDER DE MEMORIA SOBRE EL ORIGEN DE LA RELIGIÓN:

1. Génesis 1:27. «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios la creó.»
2. Deut. 4:13. «Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner' por obra, las diez palabras» (o mandamientos).
3. Ezequiel 36:26. «Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne. »

LA REVELACIÓN EN SÍ.

El estudio de la religión nos conduce al estudio del origen de la revelación. Si Dios no se hubiera revelado, la religión sería imposible. Si Dios no se hubiera dado a conocer, el hombre no habría tenido ningún conocimiento de Dios, y por sí mismo, jamás hubiera llegado a descubrir a Dios. En este estudio distinguiremos la revelación de Dios en la naturaleza, y su revelación en las Escrituras.
Los ateos y los agnósticos no creen en la revelación. Los panteístas hablan de ella algunas veces, aún cuando no tienen lugar para ella en su sistema filosófico. Los deístas admiten que Dios se revela en la naturaleza pero niegan la necesidad, la realidad y hasta la posibilidad de una revelación especial, tal como nos es dada en las Escrituras. Nosotros creemos, en cambio, en una revelación general y en otra especial. 

LA REVELACIÓN GENERAL

La revelación general difiere de su revelación especial solo en lo que se refiere al tiempo. Esta revelación no nos es dada en forma de comunicación verbal, sino en los hechos, fueras y leyes de la naturaleza, en la constitución y operación de la mente humana y en los hechos de la experiencia y la historia. La Biblia nos habla de ella en tantos pasajes como: Sal. 19: 1-2; Ro. 1:19-20; 2:14:15.

LA INSUFICIENCIA DE LA REVELACIÓN GENERAL

Mientras los Pelagianos, los Racionalista, y los Deístas consideran esta revelación como suficiente para nuestras necesidades presentes, el católico-romano y las Iglesias protestantes están de acuerdo en que no es suficiente.
La mancha del pecado que cayó sobre la creación obscureció esta revelación. A pesar de todo, la imagen del Creador no quedó completamente borrada del hombre, sino que se hizo nebulosa e indistinta. En la actualidad no nos proporciona un conocimiento seguro de Dios y de las cosas espirituales, y por lo tanto no puede darnos un fundamento seguro sobre el cual podamos edificar para nuestro futuro eterno.
La insuficiencia de esta revelación natural está demostrada en la confusión que reina entre aquellos que tratan de fundar su religión sobre una base natural. Si tal revelación no es un fundamento adecuado aún para la religión en general, cuanto menos para la verdadera religión.
De hecho, hasta los pueblos paganos apelan a alguna supuesta revelación natural.
Finalmente, esta revelación fracasa completamente en lo que se refiere a llenar las necesidades de los pecadores. Aún cuando nos da cierto conocimiento de la bondad, la sabiduría y el poder de Dios, no nos da conocimiento alguno de Cristo como el único camino de salvación.

EL VALOR DE LA REVELACIÓN GENERAL

Lo dicho anteriormente no significa que la revelación general no es de valor alguno. Esta revelación explica los elementos verdaderos que todavía se encuentran en las religiones paganas. Por razón de esta revelación, los gentiles sienten que son linaje de Dios, Hechos 17:28, y buscan a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen, Hechos 17:27, contemplan en la naturaleza su eterno poder y divinidad, Ro. 1: 19-20, y hacen, por naturaleza las cosas de la ley, Ro. 2: 14.
El hecho de que los paganos vivan en la oscuridad del pecado y la ignorancia, y corrompan la verdad de Dios, no les impide de que, en cierto modo, participen en la iluminación de su Palabra, Juan 1:9 y en la obra general de su Espíritu, Gn. 6 :3.
Al mismo tiempo, la revelación general de Dios establece un antecedente para su revelación especial. Esta no pondría ser enteramente comprendida sin aquélla. La ciencia y la historia iluminan las páginas de la Biblia.

TEXTOS PARA APRENDER DE MEMORIA SOBRE LA REVELACIÓN GENERAL

1. Sal. 8: 1. «Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra»
2. Sal. 19:1-2. «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la expansión denuncia la obra de sus manos. El un día emite palabra al otro día, y la una noche a la otra noche declara sabiduría.»
3. Rom. 1: 20. «Porque las Cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas.»
4. Rom. 2: 14-15. «Porque los Gentiles que no tienen ley, naturalmente haciendo lo que es de la ley, los tales, aunque no tengan ley, ellos son ley a sí mismos.
Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros.»

LA REVELACIÓN ESPECIAL

Además de la revelación de Dios en la naturaleza tenemos su revelación especial encerrada en las Escrituras. La Biblia es el libro de la revelación especial de Dios. Esta es una revelación en la que las palabras y los hechos se completan mutuamente; las palabras interpretan los hechos y éstos acreditan las palabras.

NECESIDAD DE LA REVELACIÓN ESPECIAL

La entrada del pecado en el mundo hizo necesaria esta revelación especial. La visión de la mano de Dios, que hasta entonces se había revelado en la naturaleza, fue obscurecida y corrompida. El hombre quedó ciego espiritualmente, sujeto al error y a la incredulidad.
Aun ahora su ceguera y perversión le impiden de interpretar correctamente los vestigios que quedan de la revelación original, y se halla incapacitado totalmente para comprender cualquier revelación divina posterior. Era pues necesario el que Dios re-interpretara las verdades de la naturaleza, proveyera una nueva revelación de Su redención e iluminara la mente humana y la redimiera del poder del error.

LA REVELACIÓN ESPECIAL

1. Núm. 12: 6-8. «Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras: Si tuvieres profeta de Jehová le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Boca a boca hablaré con él.»
2. Heb. 1:1. «Dios, habiendo hablado muchas veces Y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros tiempos nos ha hablado por el Hijo.»
3. 2ª Pe. 1: 21. «Porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.»

LAS FORMAS DE LA REVELACIÓN ESPECIAL

Dios dio su revelación especial al hombre en diferentes formas:
1. Teofanías o manifestaciones visibles de Dios. Dios reveló su presencia en forma de fuego y de nubes, Éx. 3: 2; 33: 9; Sal. 78: 14; 99:7; en vientos tempestuosos, Job 38:1; Sal. 18:10-16, y en un silbo apacible y delicado, 1ª Reyes 19: 12. Todas estas eran manifestaciones de su presencia, que daban a conocer algo de su gloria. Entre las apariciones del Antiguo Testamento, son muy prominentes las del Ángel de Jehová, la segunda persona de la Trinidad, Génesis 16: 13 y 31:11; Hech. 23: 20-23; Mal 3: 1. El punto más sublime de la revelación de Dios a los hombres fue la encarnación de Jesucristo. En él, la Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. Juan 1:14.
2. Comunicaciones directas Algunas veces Dios habló a los hombres directamente como a Moisés y al pueblo de Israel, Deut. 5:4 y otras veces por mediación de los profetas por medio de la operación interior de su Santo Espíritu, 1ª Pedro 1: 11. En otros casos se reveló por mediación de sueños y visiones y también por el Urim y el Tummin, Núm. 12:6, 27:21 Isaías 6. En el Nuevo Testamento encontramos a Jesucristo como el Divino Maestro enviado para revelar la voluntad de su Padre y por su Espíritu los apóstoles se convirtieron en órganos de revelaciones posteriores, Juan 14 ;26; 1ª Cor.. 2: 12-13; 1ª Tes. 2:13.
3. Los milagros; Los milagros de la Biblia no deberían ser nunca considerados como meras maravillas para llenar a los hombres de asombro sino como partes esenciales de la revelación de Dios. Son manifestaciones de un poder divino especial, y de la presencia de Dios en un modo particular. En muchos casos son símbolos de verdades espirituales, de la venida del Reino de Dios y del poder divino para la redención. El mayor de los milagros fue la venida del Hijo de Dios en forma humana. Es en Cristo que la creación entera es restablecida y restaurada a su belleza original. 1ª Tim. : :16; Apoc.21: 5.

EL CARÁCTER DE LA REVELACIÓN ESPECIAL

Esta revelación especial de Dios nos habla de la redención. Nos enseña el plan de Dios para la redención de los pecadores y del mundo, y la manera en que este plan se lleva a cabo. De un modo especial renueva al hombre, ilumina su mente y le inclina a hacer el bien, lo llena de santas aspiraciones y lo prepara para el hogar celestial.
Esta redención nos es presentada como un hecho que no tan sólo enriquece nuestros conocimientos, sino que transforma las vidas de los pecadores y los hace santos. Tal revelación es progresiva. Las grandes verdades de la redención aparecen primero muy oscuras, pero gradualmente se esclarecen hasta que en el Nuevo Testamento aparecen con toda su belleza y plenitud.

LAS SAGRADAS ESCRITURAS

(1)
A. Las Sagradas Escrituras constituyen la única regla suficiente, segura e infalible de todo conocimiento, fe y obediencia salvadoras.: 2 Ti. 3:15-17; Is. 8:20; Lc. 16:29, 31; Ef. 2:20.
B. Aunque la luz de la naturaleza y las obras de la creación y de la providencia manifiestan de tal manera la bondad, sabiduría y poder de Dios que dejan a los hombres sin excusa: Ro. 1:19-21, 32; Ro. 2:12a, 14, 15; Sal 19:1-3.
C. No obstante, no son suficientes para dar el conocimiento de Dios y de su voluntad que es necesario para la salvación: Sal 19:1-3 con vv. 7-11; Ro. 1:19-21; 2:12a, 14,15 con 1:16,17 y 3:21.
D. Por lo tanto, agradó al Señor, en distintas épocas y de diversas maneras, revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su iglesia: He 1:1,2a.
E. Y posteriormente, para preservar y propagar mejor la verdad y para un establecimiento y consuelo más seguros de la iglesia contra la corrupción de la carne y la malicia de Satanás y del mundo, le agradó poner por escrito esa revelación en su totalidad, lo cual hace a las Santas Escrituras muy necesarias: . Pr. 22:19-21; Lc. 1:1-4; 2 P. 1:12-15; 3:1; Dt. 17:18ss.; 31:9ss., 19ss.; 1 Co. 15:1; 2 Ts. 2:1, 2,15; 3:17; Ro. 1:8-15; Gá. 4: 20; 6: 11; 1 Ti. 3:14. Ap. 1:9, 19; 2:1, etc.; Ro. 15:4; 2 P. 1:19-21.
F. Habiendo cesado ya las maneras anteriores por las cuales Dios revelaba su voluntad a su pueblo: He 1:1,2a; Hch. 1:21, 22; 1 Co. 9:1; 15:7, 8; Ef. 2:20
(2)
Bajo el nombre de Sagradas Escrituras o Palabra de Dios escrita, están incluidos todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, que son:

1. ANTIGUO TESTAMENTO

Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, 1ª Samuel, 2ª Samuel, 1ª Reyes, 2ª Reyes, 1ª Crónicas, 2ª Crónicas, Esdras, Nehemías, Ester, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías, Malaquías

2. NUEVO TESTAMENTO

Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, de los Apóstoles Romanos, 1ª Corintios, 2ª Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1ª Tesalonicenses, 2ª Tesalonicenses, 1ª Timoteo, 2ª Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, Santiago, 1ª Pedro, 2ª Pedro, 1ª Juan, 2ª Juan, 3ª Juan, Judas, Apocalipsis.
Todos ellos fueron dados por inspiración de Dios para ser la regla de fe y de vida: 2ª Ti. 3: 16 con 1ª Ti. 5:17,18; 2ª P. 3: 16.
(3)
A. Los libros comúnmente llamados Apócrifos, no siendo de inspiración divina, no forman parte del canon o regla de la Escritura y, por lo tanto, no tienen autoridad para la iglesia de Dios, ni deben aceptarse ni usarse excepto de la misma manera que otros escritos humanos: Lc. 24:27,44; Ro. 3:2.
(4)
A. La autoridad de las Sagradas Escrituras, por la que debe ser creída, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia: Lc. 16:27-31; Gá. 1:8,9; Ef. 2:20.
B. Sino enteramente de Dios (quien es la verdad misma), el autor de ella; por lo tanto, debe ser recibida porque es la Palabra de Dios: 2 Ti. 3:15; Ro. 1:2; 3:2; Hch. 2:16; 4:25; Mt. 13:35; Ro. 9:17; Gá. 3:8; Ro. 15:4; 1 Co. 10:11; Mt. 22:32; Lc. 16:17; Mt. 22:41ss; Jun. 10:35; Gá. 3:16; Hch. 1:16; 2:24; 13:34, 35; Jun. 19:34-36; 19:24; Lc. 22:37; Mt. 26:54; Jun. 13:18; 2 Ti. 3:16; 2 P. 1:19-21; Mt. 5:17, 18; 4:1-11.
(5)
A. El testimonio de la iglesia de Dios puede movernos e inducirnos a tener una alta y reverente estima por las Sagradas Escrituras: 2 Ti. 3:14, 15.
B. Y el carácter celestial del contenido, la eficacia de la doctrina, la majestad del estilo, la armonía de todas las partes, el fin que se propone alcanzar en todo su conjunto (que es el de dar toda la gloria a Dios), la revelación completa que dan del único camino de salvación para el hombre, y muchas otras excelencias incomparables y la totalidad de perfecciones de las mismas, son argumentos por los cuales dan abundante evidencia de ser la Palabra de Dios: .Jer. 23:28, 29; Lc. 16:27-31; Jun. 6:63; 1 P. 1:23-25; He 4:12, 13; Dt. 31:11-13; Jun. 20:31; Gá. 1:8, 9; Mr. 16:15, 16.
C. Sin embargo, nuestra plena persuasión y certeza de su verdad infalible y su autoridad divina provienen de la obra interna del Espíritu Santo, quien da testimonio en nuestros corazones por medio de la Palabra y con ella: Mt. 16:17; 1 Co. 2:14ss.; Jun. 3:3; 1 Co. 2:4,5; 1 Ts. 1:5,6; 1 Jun. 2:20,21, con v. 27.
(6)
A. Todo el consejo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria, la salvación del hombre, la fe y la vida, está expresamente expuesto o necesariamente contenido en las Sagradas Escrituras; a las cuales nada, en ningún momento, ha de añadirse, ni por nueva revelación del Espíritu ni por las tradiciones de los hombres: 2 Ti. 3:15-17; Dt. 4:2; Hch. 20:20, 27; Sal 19:7; 119:6, 9, 104,128.
B. Sin embargo, reconocemos que la iluminación interna del Espíritu de Dios es necesaria para un entendimiento salvador de las cosas reveladas en la Palabra: Jun. 6:45; 1 Co. 2:9-14.
C. Y  que hay algunas circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno de la Iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que han de determinarse conforme a la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, según las normas generales de la Palabra, que han de guardarse siempre: 1 Co. 14:26,40
(7)
A. No todas las cosas contenidas en las Escrituras son igualmente claras en sí mismas. 2 P. 3:16.
B. Ni son igualmente claras para todos: 2 Ti. 3:15-17.
C. Sin embargo, las cosas que son necesarias saber, creer y guardar para salvación, se proponen y exponen tan claramente en uno u otro lugar de las Escrituras que no sólo los eruditos, sino los que no lo son, pueden adquirir un entendimiento suficiente de tales cosas por el uso adecuado de los medios ordinarios. 2 Ti. 3:14-17; Sal 19:7-8; 119:105; 2 P. 1:19; Pr. 6:22,23; Dt. 30:11-14.
(8)
A. El Antiguo Testamento en hebreo (que era el idioma del pueblo de Dios en la antigüedad) Ro. 3:2, 3.
B. Y el Nuevo Testamento en griego(que en el tiempo en que fue escrito era el idioma más generalmente conocido entre las naciones), siendo inspirados inmediatamente por Dios y mantenidos puros a lo largo de todos los tiempos por su especial cuidado y providencia, son, por lo tanto, auténticos: Mt. 5:18.
C. De tal forma que, en toda controversia religiosa, la iglesia debe recurrir a ellos como autoridad determinante: Is. 8:20; Hch. 15:15; 2 Ti. 3:16, 17; Jun. 10:34-36.
C. Pero debido a que estos idiomas originales no son conocidos por todo el pueblo de Dios, que tiene derecho a las Escrituras e interés en las mismas, y se le manda leerlas  y escudriñarlas: Dt. 17:18-20; Pr. 2:1-5; 8:34; Jun. 5:39, 46.
D. En el temor de Dios, han de traducirse a la lengua común de toda nación a la que sean Llevadas: 1 Co. 14:6, 9, 11, 12, 24, 28.
E. Para que morando abundantemente la Palabra de Dios en todos, puedan adorarle de manera aceptable y para que, por la paciencia y consolación de las Escrituras, tengan esperanza: Col. 3:16; Ro. 15:4.
(9)
A. La regla infalible de interpretación de las Escrituras la constituyen las propias Escrituras; y, por consiguiente, cuando surge una duda respecto al verdadero y pleno sentido de cualquier pasaje bíblico (que no es múltiple, sino único), éste se debe buscar en otros pasajes que se expresen con más claridad: Is. 8:20; Jun. 10:34-36; Hch. 15:15,16.
(10)
A. El juez supremo, por el que deben decidirse todas las controversias religiosas, y por el que deben examinarse todos los decretos de concilios, las opiniones de autores antiguos, las doctrinas de hombres y espíritus particulares, y cuya sentencia debemos acatar, no puede ser otro sino las Sagradas Escrituras entregadas por el Espíritu. A dichas Escrituras así entregadas, se reduce nuestra fe en definitiva: Mt. 22:29, 31,32; Ef. 2:20; Hch. 28:23-25.

3. EL CANON DE LA ESCRITURA

Comúnmente pensamos en la Biblia como un solo gran libro. En realidad, es una pequeña biblioteca de sesenta y seis libros individuales.
La reunión de estos libros constituye lo que llamamos el canon de la sagrada Escritura. El término canon proviene de la palabra griega que significa "vara de medir" "metro", "estándar", o "norma". Históricamente, la Biblia ha sido siempre el precepto autorizado para la fe y la práctica en la iglesia.
Con respecto a los libros incluidos en el Nuevo Testamento, los católicos y los protestantes están de acuerdo. Sin embargo, los dos grupos están en franco desacuerdo con lo que respecta a los libros que deberían ser incluidos en el Antiguo Testamento. Los católicos creen que los libros apócrifos deberían ser considerados canónicos, mientras que el protestantismo piensa lo contrario.
(Estos libros apócrifos fueron escritos después que se completó el Antiguo Testamento y antes que se comenzara a escribir el Nuevo Testamento.) El debate con respecto a los libros apócrifos se centra en el tema más amplio sobre qué fue considerado canónico por la comunidad judía. Existe una contundente evidencia que los libros apócrifos no estaban incluidos en el canon palestino de los judíos. Por otro lado, parece ser que los judíos que vivían en Egipto habrían incluido a los libros apócrifos (traducidos al griego) en el canon alejandrino. Hay pruebas más recientes, sin embargo, que arrojan ciertas dudas a este respecto.
Algunos críticos de la Biblia aducen que la iglesia no contó con una Biblia como tal hasta casi principios del siglo quinto. Pero esto es una distorsión de todo el proceso de desarrollo canónico.
La iglesia se reunió en concilios en varias ocasiones durante los primeros siglos para decidir sobre cuales libros pertenecían propiamente al canon. El primer canon formal del Nuevo Testamento fue creado por el hereje Marcia, quien produjo su propia versión expurgada de la Biblia. Para combatir a este hereje, la iglesia se vio obligada a declarar cuál era el contenido exacto del Nuevo Testamento.
Aunque la gran mayoría de los libros que hoy en día están incluidos en el Nuevo Testamento en su día claramente funcionaron con autoridad canónica desde que fueron escritos, hubo algunos pocos libros cuya inclusión en el canon del Nuevo Testamento fue motivo de discusión. Estos fueron hebreos, Santiago, la segunda epístola de Pedro, la segunda y tercera epístola de Juan, Judas, y Apocalipsis.
Existieron además varios libros que rivalizaron para obtener esta posición canónica pero que no fueron incluidos. La gran mayoría de estos eran obras espurias escritas por herejes gnósticos del segundo siglo. Estos libros nunca recibieron una consideración seria. (Este es un punto clave que los críticos suelen pasar por alto cuando alegan que entre más de dos mil contendientes al canon se eligieron solo veintisiete. Y luego preguntan: "¿No es poco probable que se haya seleccionado a los veintisiete correctos?")
En realidad, son solo dos o tres libros los que no fueron incluidos luego de haber sido seriamente considerados. Estos fueron Clemente, El Pastor de Hermas, y La Didaqué. Estos libros no fueron incluidos en el canon de la Escritura porque no habían sido escritos por los apóstoles, y sus propios autores reconocieron que su autoridad estaba subordinada a la de los apóstoles.
Algunos cristianos están preocupados por el hecho de que haya habido un proceso histórico selectivo. Les molesta la pregunta: ¿cómo es posible saber que el canon del Nuevo Testamento incluye los libros que debería contener? La teología católica tradicional contesta esta pregunta apelando a la infalibilidad de la iglesia. La iglesia es vista entonces como "creando" el canon, y tiene así la misma autoridad que la propia Escritura. El protestantismo clásico niega el hecho de que la iglesia sea infalible y que la iglesia "haya creado" el canon. La diferencia entre el catolicismo y el protestantismo puede resumirse de la siguiente manera:
El punto de vista católico: El canon es una colección infalible de libros infalibles. El punto de vista protestante clásico: El canon es una colección falible de libros infalibles.
El punto de vista crítico liberal: El canon es una colección falible de libros falibles.
Si bien los protestantes creen que Dios en su providencia ejerció su cuidado especial para asegurar que solo los libros apropiados fueran incluidos, no convirtió a la iglesia en sí misma en infalible. Los protestantes, además, les recuerdan a los católicos que la iglesia no "creó" al canon. La iglesia reconoció, aceptó, recibió y se sujetó al canon de la Escritura. El término que la iglesia utilizó en los concilios fue recipimus, "Recibimos". ¿Cuál fue el criterio utilizado para evaluar los libros? Las así llamadas evidencias canónicas incluían las siguientes:
1. Los libros deberían contar con la autoría o el respaldo apostólico.
2. Su autoridad debería haber sido recibida por la iglesia primitiva.
3. Deberían estar en armonía con los libros de los cuales nadie dudaba de su canonicidad.
Si bien en una etapa de su vida Martín Lutero cuestionó el carácter canónico de Santiago, más adelante cambió de parecer.
No hay ninguna razón valedera para dudar de que los libros que actualmente están incluidos en el canon del Nuevo Testamento no son los que deberían estar allí.

RESUMEN

1. El término canon proviene del griego, y significa "norma" o "estándar". Se utiliza la palabra canon para describir la lista autorizada de libros que la iglesia reconoce como la sagrada Escritura y, por ende, el "precepto" para su fe y su práctica.
2. Además de los sesenta y seis libros de la Biblia aceptados por los protestantes, los católicos también aceptan a los libros apócrifos como Escritura autorizada.
3. Para combatir la herejía, la iglesia reconoció la necesidad de declarar a cuáles libros se les había reconocido su autoridad.
4. Hubo algunos libros cuya inclusión en el canon fue motivo de disputa (Hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas, y Apocalipsis), y otros libros cuya inclusión fue considerada pero que no fueron admitidos en el canon, entre los que se encuentran 1 Clemente, El Pastor de Hermas, y La Didaqué.
5. La iglesia no creó al canon, simplemente reconoció a los libros que tenían las evidencias canónicas y que por lo tanto gozaban de autoridad dentro de la iglesia.
6. Las evidencias canónicas incluyen:
(1) la autoría o el respaldo apostólico,
(2) que la autoridad de dichos libros haya sido reconocida por la iglesia primitiva, y;
(3) el estar en armonía con los libros que sin ningún tipo de duda formaban parte del canon.

PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN

Lucas 24:44-45, 1 Corintios 15:3-8, 2 Timoteo 3:16-17, 2 Pedro 1:19-21, 2 Pedro 3:14-16.

4. INTERPRETANDO LA BIBLIA

Cualquier documento escrito debe ser interpretado si ha de ser entendido. Los Estados Unidos de América cuentan con nueve individuos extremadamente capacitados cuya tarea diaria consiste en interpretar la Constitución. Constituyen la Corte Suprema de dicho país. El interpretar la Biblia es una tarea muchísimo más solemne que interpretar la Constitución de los Estados Unidos de América. Demanda mucho cuidado y diligencia. La Biblia misma es su propia Corte Suprema.
La regla principal de la interpretación bíblica es "la sagrada Escritura es su propio intérprete". Este principio significa que la Biblia ha de ser interpretada por la Biblia. Un pasaje oscuro en la Escritura puede ser aclarado por otro pasaje. Interpretar la Escritura con la Escritura significa que no podemos enfrentar un pasaje de la Escritura con otro pasaje. Cada texto debe ser entendido no solamente a la luz de su contexto inmediato sino también a la luz del contexto de la Escritura en su totalidad.
Además, entendido correctamente, el único método Legítimo y válido para interpretar la Biblia es el método de la interpretación literal. Sin embargo, existe mucha confusión con respecto a la idea de la interpretación literal. La interpretación literal, en un sentido restringido, significa que hemos de interpretar a la Biblia tal como ha sido escrita. Un sustantivo ha de ser tratado como un sustantivo, el verbo como un verbo. Significa que todas las formas utilizadas en la escritura de la Biblia han de ser interpretadas de acuerdo con las reglas normales que gobiernan dichas formas. La poesía debe ser tratada como poesía. Los relatos históricos han de ser tratados como historia. Las parábolas como parábolas, las hipérboles como hipérboles, y así sucesivamente.
A este respecto, la Biblia ha de ser interpretada de acuerdo a las normas que gobiernan la interpretación de cualquier libro. En algunos sentidos la Biblia es muy distinta a cualquier libro que jamás haya sido escrito. Sin embargo, en lo que tiene que ver con su interpretación, ha de ser tratada como cualquier otro libro.
La Biblia no ha de ser interpretada de acuerdo con nuestros deseos y prejuicios. Debemos encontrar lo que en realidad dice y cuidarnos de no forzar nuestros propios puntos de vista. El deporte de los herejes es buscar el respaldo de la Escritura para las falsas doctrinas que no tienen base alguna en el texto. Satanás mismo citó a la Escritura de manera no válida para tentar a Cristo al pecado (Mateo 4:1-11).
El mensaje básico de la Biblia en tan sencillo y claro que hasta un niño lo puede comprender. Sin embargo, para entender adecuadamente la carne de la Escritura se requiere de una cuidadosa atención y estudio. Algunos de los temas abordados por la Biblia son tan complejos y profundos que acaparan el esfuerzo perenne del académico más especializado.
Existen algunos pocos principios de interpretación que son básicos para cualquier estudio correcto de la Biblia. Entre ellos se encuentran los siguientes:
(1) Los relatos narrativos deben ser interpretados a la luz de los pasajes "de enseñanza". Por ejemplo, la historia de Abraham ofreciendo a Isaac en el monte de Moriah parecería sugerir que Dios no sabía que la fe de Abraham era verdadera. Pero las porciones didácticas de la Escritura reflejan con claridad que Dios es omnisciente.
(2) Lo implícito debe ser siempre interpretado a la luz de 10 explícito; y nunca lo explícito por lo implícito. En otras palabras, si un texto en particular parecer implicar algo, no debemos aceptar como correcto lo que ese texto implica si dicha interpretación se contrapone a una afirmación explícita de otro lugar de la Escritura.
(3) Las leyes de lógica gobiernan la interpretación bíblica. Si, por ejemplo, sabemos que todos los gatos tienen cola, no podemos deducir que algunos gatos no tienen cola. Si es cierto que algunos gatos no tienen cola, entonces no puede ser igualmente cierto que todos los gatos tienen cola.
No se trata de un mero asunto de las leyes técnicas de la inferencia; se trata de un asunto de sentido común. Sin embargo, la gran mayoría de las interpretaciones erróneas de la Biblia han sido provocadas por deducciones no legítimas de la Escritura.

RESUMEN

1. La Biblia es su propio intérprete.
2. Debemos interpretar la Biblia literalmente -como ha sido escrita.
3. La Biblia debe ser interpretada como cualquier otro libro.
4. Las partes oscuras de la Biblia deben ser interpretadas a la luz de las partes más claras.
5. Lo implícito debe ser interpretado a la luz de lo explícito.
6. Las leyes lógicas gobiernan todo lo que pueda ser razonablemente deducido o concluido a partir de la Escritura.

PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN

Hechos 15:15-16, Efesios 4:11-16, 2 Pedro 1:16-21, 2 Pedro 3:14-18.

5. LA INTERPRETACIÓN PRIVADA

Dos de los grandes legados de la Reforma fueron el principio de la interpretación privada y la traducción de la Biblia al lenguaje común del pueblo. El mismo Lutero trajo este tema a la luz.
Cuando Lutero se apareció frente a la Dieta de Worms (un concilio que lo estaba acusando de herejía por causa de su enseñanza), declaró:
Si no se me convence con las Escrituras y claras razones pues yo no acepto la autoridad ni del Papa ni de los concilios exclusivamente, ya que con frecuencia se han contradicho entre sí- mi conciencia está prisionera de la Palabra de Dios. Por tanto, no puedo ni quiero retractarme, porque hacer algo contra la conciencia no tranquiliza ni estaría bien. Dios mío, ayúdame. Amén.
La declaración de Lutero, y su subsiguiente traducción de la Biblia a su lengua materna, tuvo dos consecuencias. Primero, le retiró a la iglesia católica el derecho exclusivo de interpretación.
A partir de entonces el pueblo no estaría a la merced de la doctrina de la iglesia, teniendo que aceptar la autoridad de la enseñanza tradicional o la de la iglesia en igualdad de condiciones que la Palabra de Dios. Segundo, puso la interpretación en manos del pueblo. Este cambio ha sido más problemático. Condujo a los mismos excesos que la iglesia católica quería prevenir -la interpretación subjetiva del texto que se aparta de la fe cristiana histórica.
El subjetivismo ha sido el gran peligro de la interpretación privada. Sin embargo, el principio de interpretación privada no significa que el pueblo de Dios tiene derecho a interpretar la Biblia como se le antoje. El "derecho" a interpretar la Escritura va junto con la responsabilidad para interpretarla correctamente. Los creyentes tienen la libertad para descubrir las verdades de la Escritura, pero no están libres para fabricar sus propias verdades. Los creyentes han sido llamados para entender los principios válidos de interpretación y para evitar el peligro de subjetivismo.
Al buscar un entendimiento objetivo de la Escritura no estamos reduciendo la Escritura a algo frío, abstracto y carente de vida. Lo que estamos buscando es entender lo que dice la Palabra en el contexto, antes de encaminarnos a la tarea igualmente necesaria de ponerla en práctica en nuestras vidas. Una afirmación en particular puede tener numerosas aplicaciones personales posibles, pero solo puede tener un significado correcto. El derecho a interpretar la Escritura lleva consigo la obligación de interpretarla con exactitud. La Biblia no es una estatua de cera que puede ser moldeada y a la que puede darse la forma que mejor convenga a las opiniones del intérprete.

RESUMEN

1. La Reforma le brindó a la iglesia una traducción de la Biblia en el lenguaje común del pueblo, y le otorgó a cada creyente el derecho y la responsabilidad de la interpretación privada.
2. La tradición de la iglesia, si bien puede servir como una guía instructiva, no tiene la misma autoridad que la Escritura.
3. La interpretación privada no es una licencia para el subjetivismo.
4. El principio de interpretación privada lleva consigo la obligación de buscar la interpretación correcta de la Biblia.
5. Cada texto bíblico tiene múltiples aplicaciones, pero un solo significado correcto.

PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN

Nehemías 8:8, 2 Timoteo 2:15, 2 Timoteo 3:14-17, Hebreos 1:1-4, 2 Pedro 1:20-21.

6. LA REVELACIÓN Y LAS ESCRITURAS

El término «revelación especial» puede ser usado en más de un sentido. A veces denota las comunicaciones directas de Dios al hombre en mensajes verbales y en sucesos milagrosos. Los profetas y los apóstoles recibieron a menudo mensajes divinos mucho antes de que los escribieran.
Hoy día los encontramos en las Escrituras pero no forman el todo de la Biblia. Una gran parte de la Biblia no fue dada a los escritores sagrados en esta forma sobrenatural, sino que es el fruto de su estudio y reflexión. De todos modos, la frase «revelación especial» se usa con referencia a toda la Biblia, es decir, al conjunto de los hechos y de verdades redentoras que se encuentran en las Escrituras, dentro de su conjunto histórico.
La Escritura nos garantiza estas verdades por el hecho de haber sido infaliblemente inspiradas por el Espíritu Santo. Podemos pues afirmar que toda la Biblia, y solamente la Biblia, es la revelación especial de Dios para cada uno de nosotros. La revelación especial de Dios vive en las páginas de la Biblia y aun hoy día nos da vida, luz y santidad.

PRUEBA BÍBLICA DE LA INSPIRACIÓN DE LAS ESCRITURAS.

Toda la Biblia fue dada por inspiración de Dios y es la guía infalible de fe y conducta para toda la humanidad. Puesto que muchos niegan la inspiración de la Biblia tal asunto requiere una consideración especial.
La doctrina de la inspiración de la Biblia no es una invención humana sino que está fundada en la misma Biblia. Son muchos los pasajes que nos hablan de ello, pero vamos a indicar solamente algunos. Los autores del Antiguo Testamento fueron instruidos por Dios a que escribieran lo que
El les ordenaba. Éx. 17:14; 34: 27; Isa. 8:1; 30:8; Jer. 25: 13; 30:2; Ezeq. 24:1-2; Dan.12:4; Hab. 2:2.
Los profetas tenían conciencia de ser portadores de la palabra del Señor y por tal motivo introducían sus mensajes con estas palabras «Así dice Jehová» o bien, «y fue a mi palabra de Jehová diciendo», Jer. 36:27, 32; Ezequiel capítulos 26, 27, 31, 32, 39.
El apóstol Pablo habla de sus propias palabras como palabras que el Espíritu le había enseñado, 1ª Cor. 2: 13, y alega que es Cristo quien hablaba en él, 2ª Cor. 13: 3. En su carta a los Tesalonicenses declara que su mensaje era «palabra de Dios», 2ª Tes. 2:13. En la epístola a los Hebreos encontramos citas del Antiguo Testamento mencionadas como palabra de Dios o del Espíritu Santo, Hebreos 1:5; 3:7; 4:3; 5:6; 7 :21.
El pasaje más importante que existe sobre la inspiración de las Escrituras se halla en 2 Timoteo 3:16: «Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para reargüir, para corregir, para instituir en justicia».

LA NATURALEZA DE LA INSPIRACIÓN

Existen dos conceptos erróneos de la inspiración. Ambos representan extremos que debemos evitar.

LA INSPIRACIÓN MECÁNICA

Se ha dicho algunas veces que Dios literalmente dictó lo que los autores humanos de la Biblia debían escribir, como si éstos fueran cual plumas en la mano del escritor, es decir, agentes completamente pasivos. Esto significa que sus inteligencias no contribuyeron absolutamente en nada a la forma y contenido de las Escrituras.
Las mismas Escrituras demuestran que no fue así. Los autores humanos eran autores reales, y en algunos casos derivaron sus materiales de fuentes que Se hallaban a su disposición, 1 Reyes 11: 41; 14: 29; 1 Crónicas 29:29 y Lucas 1: 1-4 En otros casos estos autores nos cuentan sus propias experiencias, como en el libro de los Salmos y sus escritos llevan las huellas de su propio estilo literario. El estilo de Isaías es diferente del de Jeremías, y tampoco Juan escribe con el mismo estilo de Pablo.

LA INSPIRACIÓN DINÁMICA

Otros han dicho que el fenómeno de la inspiración sólo afecta a los escritores pero no a sus escritos. Se dice que su vida espiritual y poder intelectual fue levantado a un nivel tal, que comprendieron mejor todas las cosas y tuvieron una orientación más profunda de su verdadero valor espiritual.
Se ha dicho también que esta inspiración no estaba limitada al tiempo cuando escribieron los libros de la Biblia, sino que era una característica permanente en la vida de tales escritores, y que sólo de una manera indirecta tiene algo que ver con sus escritos.
Fue como una especie de iluminación espiritual parecida a la que gozan todos los creyentes, pero solamente en un grado muy superior. Esta teoría no tiene fundamento bíblico y dista mucho de la doctrina bíblica de la inspiración, como veremos después.

LA INSPIRACIÓN ORGÁNICA

El verdadero concepto de la inspiración bíblica enseña que el Espíritu Santo actuó sobre los escritores de la Biblia en una forma orgánica, cual órganos suyos, pero en armonía con las leyes de su ser interior.
El Espíritu Santo los usó tal cual eran, con su carácter y temperamento, sus dones y talentos, su educación y cultura, su vocabulario y estilo. El Espíritu Santo iluminó sus mentes, ayudó su memoria, los impulsó a escribir, dominó la influencia que el pecado hubiera podido tener sobre sus escritos, y los guió en la expresión de sus pensamientos hasta el punto de la selección de palabras.
Sin embargo les dio una buena medida de libertad en sus actividades. Dejó que nos dieran los resultados de sus investigaciones, y que pusieran en los libros sagrados la huella de su propio estilo y vocabulario.

LA EXTENSIÓN DE LA INSPIRACIÓN.

Hay diferencias de opinión sobre este punto, que es necesario estudiar.

LA INSPIRACIÓN PARCIAL

Bajo la influencia del Racionalismo no es raro encontrar hoy día quienes niegan completamente la inspiración de la Biblia, o mantienen que sólo partes de la misma son inspiradas. Algunos niegan la inspiración del Antiguo Testamento pero aceptan la del Nuevo.
Otros afirman que sólo las enseñanzas morales y religiosas de la Biblia son inspiradas pero en lo que se refiere a sus partes históricas, hay errores cronológicos, arqueológicos y científicos. Hay quienes limitan la inspiración al Sermón de la Montaña.
Los que aceptan tales puntos de vista no tienen ya una Biblia sobre la cual apoyarse, puesto que las mismas diferencias de opinión que existen son una prueba positiva de que ninguna de tales personas puede determinar con el menor grado de certeza, qué partes de la Escritura son inspiradas y cuáles no lo son.
Hay todavía otra forma de negar la inspiración bíblica de las Escrituras y estriba en afirmar que sólo los pensamientos están inspirados, pero que la selección de las palabras fue dejada completamente en manos de los autores humanos.
Tal afirmación cae por su propio peso, ya que se halla fundada en el erróneo concepto de que es posible separar los pensamientos de las palabras. En cambio, podemos afirmar que sin palabras es imposible pensar con exactitud.

LA INSPIRACIÓN PLENARIA

La Biblia enseña que cada parte de la misma es inspirada. Jesucristo y los apóstoles apelan con frecuencia al Antiguo Testamento con las palabras «Escrituras» o «Escritura» para solucionar un punto de controversia. Para ellos apelar a la Escritura era lo mismo que apelar a Dios. Es también digno de notar que en la lista de libros que citan de esta forma, se encuentran libros históricos.
En la epístola a los Hebreos se citan con frecuencia pasajes del Antiguo Testamento como palabras de Dios o del Espíritu Santo. Pedro pone las cartas de Pablo al mismo nivel que los libros del Antiguo Testamento 2 Pedro 3: 16 y Pablo afirma que toda la Escritura es divinamente inspirada, 2 Timoteo 3:16.
Podemos pues dar un paso más allá y afirmar que la inspiración de la Biblia alcanza las mismas palabras empleadas. La Biblia es verbalmente inspirada, cosa que no hay que confundir con la inspiración mecánica.
La doctrina de la inspiración verbal está bien justificada por las Escrituras. En muchos casos encontramos que Dios mismo indicó con exactitud a Moisés y a Josué lo que debían escribir. Lev. 3 y 4; 6:1, 24; 7:22, 28; Josué 1:1; 4:1; 6:2, etc. Los profetas hablan como si Jehová pusiera su palabra en sus bocas, Jer. 1:9 o les ordenara hablar al pueblo las mismas palabras' de Dios,
Ez. 3:4, 10, 11. Pablo nos habla de que su palabra es doctrina del Espíritu, 1ª Cor. 2: 13 y tanto Pablo como Jesús mismo fundan todo un argumento en una simple palabra, Mateo 22:43-45; Juan 10:35; Gal. 3:16.  

LAS PERFECCIONES DE LA ESCRITURA.

Los Reformadores desarrollaron la doctrina de la Escritura en contraste con la Iglesia Católica Romana y algunas de las sectas. Roma enseña que la Biblia debe su autoridad a la Iglesia, mientras los reformadores afirmaron que la Biblia tiene autoridad propia, por ser la Palabra inspirada de Dios.
También afirmaron la necesidad de las Escrituras como el medio de gracia preparado por Dios mismo. La Iglesia Católica Romana afirma que la Iglesia no tiene una necesidad absoluta de las Escrituras y algunas sectas ponen su énfasis en la «luz interior» y en el mensaje del Espíritu Santo en el corazón de los creyentes en detrimento de las Escrituras.
También en contra de la Iglesia Romana, los reformadores defendieron la claridad de las Escrituras. No negaron el que la Escritura encierra misterios demasiado profundos para el entendimiento humano, pero afirmaron que la Biblia nos da todo el conocimiento necesario para la salvación.
Este conocimiento aun cuando no Se halla con igual claridad en cada una de las páginas de la Biblia, nos es dado de tal forma, que cualquiera que sinceramente busca la salvación de su alma puede obtenerlo por sí mismo y no necesita fiar de la interpretación de la Iglesia o el clero.
Finalmente, defendieron la suficiencia de las Escrituras, es decir, negaron la necesidad de la Tradición que la Iglesia Católica Romana mantiene, o la luz interior que preconizaban los Anabaptistas.

TEXTOS PARA APRENDER DE MEMORIA: LA CLARIDAD DE LA ESCRITURA

1. Sal. 19:7b. “El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al pequeño”
2. Salmo 119:105. «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.» Y el v. 130, «El principio de tus palabras alumbra; hace entender a los simples».

LA NECESIDAD DE LA BIBLIA / LA SUFICIENCIA DE LA ESCRITURA

1. 2 Tim. 3: 15. «Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en Cristo Jesús».
CONCLUSIÓN

APLICACIONES PRÁCTICAS DE LA SUFICIENCIA DE LAS ESCRITURAS

La doctrina de la suficiencia de Escrituras tiene varias aplicaciones prácticas a nuestra vida cristiana.
La siguiente lista tiene el propósito de ser útil pero no exhaustiva.
1. La suficiencia de la Biblia debe animarnos al tratar de descubrir lo que Dios quisiera que pensemos (en cuanto a algún asunto doctrinal en particular) o que hagamos (en una situación en particular).
Debemos sentirnos animados porque todo lo que Dios quiere decimos respecto a ese asunto se halla en la Biblia. Esto no quiere decir que la Biblia responda a todas las preguntas que podamos concebir, porque «Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios» (Dt 29: 29); pero sí significa que cuando nos vemos frente a un problema de importancia genuina en nuestra vida cristiana, podemos acercarnos a la Biblia con la confianza de que en ella Dios nos proveerá dirección en ese problema.
Habrá, por supuesto, ocasiones cuando la respuesta que hallamos es que la Biblia no dice nada directamente sobre nuestra pregunta. (Este sería el caso, por ejemplo, si tratamos de hallar en la Biblia cuál es el «orden del culto» que debemos seguir los domingos por la mañana, o si es mejor arrodillarse o tal vez ponerse de pie cuando oramos, o a qué hora debemos servirnos nuestras comidas durante el día, etc.).
En esos casos, podemos concluir que Dios no nos exige que pensemos o que actuemos de cierta manera respecto a ese asunto (excepto, tal vez, en términos de principios más generales respecto a nuestras actitudes y metas). Pero en muchos otros casos hallaremos dirección directa y clara del Señor para capacitarnos para «toda buena obra» (2ª Ti 3:17).
Conforme avanzamos en la vida, la práctica frecuente de buscar en la Biblia dirección resultará en una capacidad creciente de hallar respuestas precisas, formuladas cuidadosamente, a nuestros problemas y preguntas. El crecimiento a lo largo de la vida en la comprensión de la Biblia incluirá, pues, crecimiento en la habilidad de entender apropiadamente las enseñanzas de la Biblia y aplicarlas a cuestiones específicas.
2. La suficiencia de la Biblia nos recuerda que no debemos añadirle nada a la Biblia y que no debemos darle a otro escrito igual valor que a la Biblia. Casi toda religión falsa o secta viola este principio. Los mormones, por ejemplo, aducen creer en la Biblia, pero también conceden autoridad divina a El Libro de Mormón.
Los que siguen la Ciencia Cristiana similarmente aducen creer en la Biblia, pero en la práctica consideran que el libro Ciencia y salud con clave a la Biblia por Mary Baker Eddy, está a la par de la Biblia y por encima de ella en autoridad. Puesto que estas afirmaciones violan los mandamientos de Dios de no añadir a sus palabras, no debemos pensar que en estos escritos se pueda hallar alguna palabra adicional de Dios para nosotros.
3. La Suficiencia De La Biblia También Nos Dice Que Dios No Nos Exige Que Creamos Nada En Cuanto A Sí Mismo O Su Obra Redentora Que No Se Halla En La Biblia.
Entre los escritos de la época de la iglesia primitiva hay algunas colecciones de dichos que supuestamente dijo Jesús y que no fueron preservados en los Evangelios. Es probable que por lo menos algunos de estos «dichos de Jesús» que se halla en esos escritos sean en realidad registros precisos de cosas que Jesús en efecto dijo (aunque ahora para nosotros es imposible determinar con algún alto grado de probabilidad cuáles serían esos dichos).
Pero en realidad no importa para nada en nuestra vida cristiana que jamás leamos alguno de esos dichos, porque Dios ha hecho que se anote en la Biblia todo lo que necesitamos saber de las palabras y obras de Jesús a fin de confiar en él y obedecerle perfectamente. Aunque estas colecciones de dichos tienen algún valor limitado en la investigación lingüística y tal vez para el estudio de la historia de la iglesia cristiana, no tienen ningún valor directo para nosotros para aprender lo que debemos creer en cuanto a la vida y enseñanzas de Cristo, o para formular nuestras convicciones doctrinales y éticas.
4. La Suficiencia De La Biblia Nos Muestra Que No Debemos Colocar Ninguna Revelación Moderna De Dios En Nivel Igual De Autoridad Al De La Biblia.
En varias ocasiones en toda la historia de la iglesia, y particularmente en el movimiento carismático moderno, ha habido quienes han aducido que Dios ha dado revelaciones por medio de ellos para beneficio de la iglesia. Sin embargo, como quiera que evaluemos tales afirmaciones debemos tener cuidado de nunca permitir (ni en teoría ni en la práctica) que se coloquen tales revelaciones a igual nivel que la Biblia.
Debemos insistir en que Dios no nos exige que creamos nada en cuanto a sí mismo o su obra en el mundo que esté contenido en esas revelaciones pero no en la Biblia; y debemos insistir que Dios no nos exige que creamos u obedezcamos ninguna directiva moral que nos venga mediante tales medios pero que la Biblia no confirma.
La Biblia contiene todo lo que necesitamos que Dios nos diga para confiar en él y obedecerle perfectamente. También se debe notar en este punto que siempre que han surgido desafíos a la suficiencia de la Biblia en forma de otros documentos que se pretende colocar junto a la Biblia (sea de literatura cristiana extra-bíblica del primer siglo o de las enseñanzas acumuladas de la Iglesia Católica Romana, o de libros de sectas como el Libro de Mormón), el resultado siempre ha sido:
(1) Restarle énfasis a las enseñanzas de la Biblia misma y;
(2) Empezar a enseñar algunas cosas que son contrarias a la Biblia.
5. Con Respecto A Vivir La Vida Cristiana, La Suficiencia De La Biblia Nos Recuerda Que Nada Es Pecado Si No Está Prohibido Por La Biblia Bien Sea Explícitamente O Por Implicación.
Andar en la ley de Dios es ser «perfecto» (Sal 111: 1). Por consiguiente no debemos añadir prohibiciones a las que ya se indican en la Biblia. De tiempo en tiempo puede haber situaciones en las que podría estar mal, por ejemplo, que el creyente tome café o Coca-Cola, o que vaya al cine, o que coma carne ofrecida a los ídolos (vea 1ª Co 8-10), pero a menos que se pueda mostrar alguna enseñanza específica o algún principio general de la Biblia que prohíba estas cosas (o cualquier otra actividad) para todos los creyentes, de todos los tiempos, debemos insistir que estas actividades no son pecado en sí mismas y que Dios no prohíbe esas cosas en toda situación para su pueblo.
Este es también un principio importante porque siempre hay en los creyentes una tendencia a empezar a descuidar la búsqueda diaria regular en la Biblia de dirección y empezar a vivir según un conjunto de reglas escritas o tácitas (o tradiciones denominacionales) respecto a lo que uno hace o no hace en la vida cristiana.
Es más, siempre que añadimos algo a la lista de pecados que prohíbe la Biblia misma, se le hace daño a la iglesia y a la vida de los creyentes como individuos. El Espíritu Santo no dará poder para la obediencia a reglas que no tienen aprobación de Dios en la Biblia, ni tampoco los creyentes en general hallarán deleite en la obediencia a mandamientos que no están de acuerdo con las leyes de Dios escritas en sus corazones.
En algunos casos los creyentes pueden repetida y fervientemente suplicarle a Dios «victoria» sobre supuestos pecados que en realidad no son pecados de ninguna manera, y sin embargo no se les dará ninguna «victoria», porque la actitud o acción en cuestión no es un pecado y no desagrada a Ojos. Gran desaliento en la oración y frustración en la vida cristiana puede ser generalmente el resultado.
En otros casos lo que resulta es la desobediencia continuada o incluso creciente a estos nuevos «pecados», junto con un falso sentido de culpa y alejamiento de Dios. A menudo surge una creciente insistencia rígida y legalista a estas nuevas reglas de parte de los que en efecto las siguen, y la comunión genuina entre los creyentes en la iglesia disminuye.
A menudo la evangelización queda sofocada, porque la proclamación silenciosa del evangelio que resulta de la vida de los creyentes por lo menos parecerá (a los de afuera) que incluye el requisito adicional de que uno debe encajar en este patrón uniforme de vida a fin de llegar a ser miembro del cuerpo de Cristo.
Un claro ejemplo de tales adiciones a los mandamientos de la Biblia se halla en la oposición de la Iglesia Católica Romana a los métodos «artificiales» del control de nacimientos, oposición que no tiene ningún respaldo válido en la Biblia. El resultado ha sido una desobediencia ampliamente extendida, alejamiento y culpa falsa.
Sin embargo es talla propensión de la naturaleza humana a hacer tales reglas que probablemente se podría hallar otros ejemplos en tradiciones escritas o tácitas de casi cualquier denominación.
6. La Suficiencia De La Biblia También Nos Dice Que Dios No Nos Exige Nada Que No Esté Ordenado En La Biblia Explícitamente O Por Implicación.
Esto nos recuerda que el enfoque de nuestra búsqueda de la voluntad de Dios debe estar en la Biblia, antes que en buscar dirección mediante oración por circunstancias cambiadas o sentimientos alterados, o dirección directa del Espíritu Santo aparte de la Biblia. También quiere decir que si alguien aduce tener un mensaje de Dios diciéndonos lo que debemos hacer, nunca debemos dar por sentado que es pecado desobedecer tal mensaje a menos que pueda quedar confirmado por la aplicación de la misma Biblia a nuestra situación.
El descubrimiento de esta gran verdad podría dar tremenda alegría y paz a la vida de miles de creyentes que, gastando incontables horas procurando hallar la voluntad de Dios fuera de la Biblia, a menudo no tienen certeza de si la han hallado.
Es más, muchos creyentes hoy tienen escasa confianza en su capacidad para descubrir la voluntad de Dios con algún grado de certeza. Así que hay escaso esfuerzo por hacer la voluntad de Dios (porque, ¿quién puede saberla?) y poco crecimiento en santidad delante de Dios.
Lo opuesto debería ser la verdad. Los creyentes que están convencidos de la suficiencia de la Biblia deberían empezar anhelantemente a buscar y hallar la voluntad de Dios en la Biblia. Deberían con anhelo y regularmente crecer en obediencia a Dios, y experimentar gran libertad y paz en la vida cristiana.
Entonces podrían decir con el salmista: Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu ley. Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos. Los que aman tu ley disfrutan de gran bienestar, y nada los hace tropezar (Sal 119: 44-45, 165).
7. La Suficiencia De La Biblia Nos Recuerda Que En Nuestra Enseñanza Doctrinal Y Ética Debemos Hacer Énfasis En Lo Que La Biblia Hace Énfasis Y Estar Contentos Con Lo Que Dios Nos Ha Dicho En La Biblia.
Hay algunos temas respecto a los cuales Dios nos ha dicho muy poco o nada en la Biblia. Debemos recordar que «lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios» (Dt 29:29) y que Dios nos ha revelado en la Biblia exactamente lo que consideró apropiado para nosotros.
Debemos aceptar esto y no pensar que la Biblia es algo menos de lo que debería ser, ni empezar a desear que Dios nos hubiera dado mucha más información en cuanto a temas sobre los cuales hay muy pocas referencias bíblicas. Por supuesto, habrá algunas situaciones en las que nos vemos confrontados con un problema en particular que requiere gran atención, mucho más que el énfasis que recibe en la enseñanza de la Biblia.
Pero esas situaciones deben ser relativamente infrecuentes y no deberían ser representativas del curso general de nuestras vidas o ministerios.
Es característica de muchas sectas martillar porciones o enseñanzas oscuras de la Biblia (uno piensa en el énfasis mormón en el bautismo por los muertos, tema que se menciona sólo en un versículo de la Biblia [1ª Co 15: 21], en una frase cuyo significado exacto ahora es evidentemente imposible de determinar con certeza).
Pero un error similar lo cometió toda una generación de eruditos liberales del Nuevo Testamento en la primera parte del siglo pasado, que dedicaron la mayor parte de su vida académica a una búsqueda inútil de las fuentes «detrás» de nuestras narraciones presentes de los Evangelios o la búsqueda de los «auténticos» dichos de Jesús.
Desdichadamente, un patrón similar ha tenido lugar demasiado a menudo entre evangélicos dentro de varias denominaciones. Los asuntos doctrinales que han dividido a las denominaciones protestantes evangélicas entre sí casi uniformemente han sido asuntos sobre los cuales la Biblia pone relativamente poco énfasis, y asuntos en los cuales nuestras conclusiones se deben derivar de inferencia hábil mucho más que de afirmaciones bíblicas directas.
Por ejemplo, ha habido o se han mantenido diferencias denominacionales respecto a la forma «apropiada» de gobierno de la iglesia, la exacta naturaleza de la presencia de Cristo en la Cena del Señor, la secuencia exacta de los eventos que rodearán el retomo de Cristo, el tipo de personas que se deben admitir en la cena del Señor, la manera en que Dios planeó que los méritos de la muerte de Cristo se apliquen a los creyentes y no a los que no creen, los candidatos apropiados para el bautismo, la correcta comprensión del «bautismo en el Espíritu Santo», etcétera.
No debemos decir que estos asuntos no tienen ninguna importancia, ni tampoco debemos decir que la Biblia no dé solución a ninguno de ellos.  
Sin embargo, puesto que todos estos temas reciben relativamente escaso énfasis directo en la Biblia es irónico y trágico que dirigentes denominacionales a menudo dediquen gran parte de su vida a defender precisamente puntos doctrinales menores que hacen a sus denominaciones diferentes de otras. ¿Está realmente tal esfuerzo motivado por el deseo de lograr unidad de comprensión en la iglesia, o acaso pudiera brotar en alguna medida del orgullo humano, de un deseo de retener poder sobre otros, o de un intento de auto justificación, lo cual desagrada a Dios y a la larga no edifica para nada a la iglesia?

Gracias A Todos Los Hermanos Y Amigos De Diferentes Congregaciones, Se Despide Biblia Doctrina Y Mensaje, Obrero Peregrino, La Iglesia Bíblica Visible, El Amor Que Vale Todo, y Construyendo Teología. Dios Los Bendiga Amén.